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Fiestas en el posparto: cómo vivirlas sin culpas ni exigencias

Cuando las fiestas llegan en pleno posparto, las expectativas sociales chocan con una etapa sensible. Cómo acompañar a las mamás, respetar sus tiempos y elegir sin culpas cómo vivir diciembre.


Navidad y posparto: cómo atravesar esta fecha sin estresarte de más.

Navidad y posparto: cómo atravesar esta fecha sin estresarte de más. - Créditos: Getty



Las fiestas, para una mamá que está atravesando el posparto, pueden ser un momento raro. No porque pase algo dramático, sino porque el mundo sigue su ritmo habitual mientras ellas viven otro completamente distinto. Las familias empiezan a organizar quién pone la casa, quién cocina qué, a qué hora se brinda, quién trae el pan dulce. Y, mientras tanto, ellas están tratando de entender si lograron dormir dos horas seguidas o si el bebé va a enganchar una siesta.

En ese contraste aparecen las presiones: la sensación de tener que estar “como siempre”, de responder mensajes, de confirmar si van a ir, de explicar por qué no, de justificar decisiones que —en realidad— salen de un solo lugar: la necesidad. Porque el posparto tiene sus tiempos, sus fragilidades y sus prioridades, y exigirles actuar como si nada hubiera cambiado es no ver lo que están sosteniendo.

 

Y ahí empiezan las dudas internas:

¿Tienen que ofrecer su casa aunque no tengan energía ni para ordenar el living? ¿Tienen que cocinar algo “súper elaborado” cuando a veces apenas pueden calentarse un café? ¿Tienen que llevar al bebé aunque les dé miedo tanto ruido, tantas manos, tanta sobreestimulación? ¿El resto va a pensar que exageran si se vuelven antes de las doce?

Lo que a veces cuesta escuchar es que está bien decir que no. Que está bien pedir que otro sea anfitrión, o no llevar ningún plato especial, o decidir quedarse en casa porque es donde ellas y sus bebés se sienten más tranquilos. No es egoísmo, ni desinterés, ni falta de ganas: es cuidado. Es honestidad. Es entender que este año es distinto.

 

Del mismo modo, también está bien lo contrario. Hay mamás que necesitan salir un rato, ver gente, conversar de algo que no sea la lactancia o el sueño del bebé, sentir que no perdieron el vínculo con el mundo adulto. Y no por eso son “despegadas” o descuidadas. También están escuchando una necesidad legítima.

En cualquiera de los dos casos, lo importante es que no hagan nada por obligación. Que no armen la agenda para evitar enojos. Que no se expongan a situaciones que saben que las van a desbordar. Que no se queden hasta tarde solo para evitar comentarios. Ir, quedarse o volver tiene que tener sentido para ellas y para sus bebés. No para cumplir con expectativas ajenas.

 

Para el entorno, el desafío es simple pero vital: acompañarlas sin presionar. No minimizar lo que sienten, no juzgar sus decisiones, no tomarse nada como algo personal. El posparto no es una etapa para imponer ritmos, sino para sostener. Y, a veces, sostener significa abrir espacio, aceptar un “este año no puedo” y entender que no es falta de ganas: es un momento sensible.

Las fiestas van a volver todos los años. Por eso, si este diciembre necesitan calma, que la tengan. Si necesitan compañía, que la encuentren. Si necesitan irse temprano, que sea sin culpas. Y si necesitan quedarse en casa, que sea sin explicaciones.

El mejor regalo que pueden recibir es la libertad de elegir cómo quieren vivir estas fiestas según lo que hoy es mejor para ellas y para sus bebés. Nada más. Nada menos.

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