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Protección inteligente en la playa, en la montaña o en la ciudad: una mirada 360° para cuidar la piel en verano

El cuidado de la piel en verano suma nuevas claves: proteger, prevenir y reparar frente a la radiación, el calor y la exposición cotidiana. Cómo cuidarse, según una experta.


Protección inteligente en la playa, en la montaña o en la ciudad: una mirada 360° para cuidar la piel en verano

Protección inteligente en la playa, en la montaña o en la ciudad: una mirada 360° para cuidar la piel en verano - Créditos: Getty



Durante mucho tiempo, hablar de protector solar era casi sinónimo de vacaciones. Sin embargo, ese concepto quedó atrás. Hoy, el cuidado de la piel frente al sol se piensa como una estrategia diaria, integral y basada en evidencia científica, especialmente donde la radiación alcanza niveles muy altos.

“La fotoprotección ya no puede pensarse como una crema que se usa solo en la playa: hoy hablamos de una protección inteligente, que actúa antes, durante y después de la exposición”, explica la Dra. Antonela Di Giglio, médica dermatóloga (MN 156538), speaker de Mesoestetic.

Un verano de radiación extrema y exposición acumulada

En Argentina, durante los meses de diciembre a febrero, el Índice UV suele ubicarse en rangos catalogados como “Muy Alto” o “Extremo”. Esto implica que el daño puede producirse en tiempos cortos y no necesariamente bajo el sol pleno del mediodía.

“Muchas quemaduras no ocurren en la playa, sino en días nublados, con brisa o mientras caminamos por la ciudad, andamos en bicicleta o hacemos actividades cotidianas”, señala la especialista. A esto se suma un dato clave: la radiación no solo llega de forma directa, sino también de manera difusa y reflejada. Superficies como la arena, el agua o el cemento pueden devolver entre un 10 % y un 25 % de los rayos solares.

Por qué el sol ‘pega distinto’ y qué pasa en la piel

Protección inteligente en la playa, en la montaña o en la ciudad: una mirada 360° para cuidar la piel

Protección inteligente en la playa, en la montaña o en la ciudad: una mirada 360° para cuidar la piel  - Créditos: Getty

La combinación de factores locales —mayor cercanía del sol en el verano austral, características atmosféricas y alta reflectancia— hace que la radiación sea particularmente intensa. “El criterio de protegerse solo cuando hace calor está completamente obsoleto”, advierte Di Giglio.

A nivel cutáneo, el daño muchas veces no da aviso. Los rayos UVA penetran en profundidad y aceleran el fotoenvejecimiento; los UVB generan enrojecimiento; la luz visible y la luz azul (HEV) estimulan la pigmentación persistente, y el calor aumenta mediadores inflamatorios que agravan cuadros como el melasma.

“La piel hoy no enfrenta solo sol: enfrenta calor, contaminación, pantallas y estrés oxidativo. Por eso la protección debe ser más amplia”, explica la dermatóloga.

Manchas, melasma y el rol de la protección 360°

El verano reúne todos los factores que activan o empeoran la pigmentación: radiación UV intensa, luz visible, calor ambiental, inflamación y exposición urbana acumulada. “Sin un enfoque integral, cualquier tratamiento despigmentante pierde fuerza en esta época del año”, afirma.

La protección inteligente apunta justamente a cubrir todos esos frentes: filtros de amplio espectro, protección frente a luz visible cuando hay tendencia a manchas, antioxidantes que reduzcan el estrés oxidativo y activos que ayuden a modular la inflamación y sostener la barrera cutánea y la microbiota.

Más allá de la playa: niños, ciudad y zonas olvidadas

protector_solar_6.jpg - Créditos: Getty

Gran parte del daño solar acumulado ocurre en la infancia. “La piel de los niños es más fina y vulnerable, y las quemaduras repetidas son un factor de riesgo a futuro”, remarca la especialista. Sombras, gorros, ropa adecuada y reaplicación frecuente siguen siendo pilares fundamentales.

En adultos, el riesgo urbano suele pasar desapercibido. El rebote del sol en el cemento y la falta de sombra natural hacen que muchas personas se quemen caminando al trabajo o entrenando al aire libre. A esto se suma el olvido recurrente de zonas sensibles como orejas, párpados, labios, cuello, escote, dorso de manos, empeines y cuero cabelludo expuesto.

Proteger, hidratar y reparar

El cuidado no termina cuando baja el sol. Sal, cloro, viento y calor alteran la barrera cutánea y favorecen la tirantez, el ardor y la opacidad. “Un buen post exposición ayuda a bajar la inflamación, reponer agua y mejorar la recuperación celular”, explica Di Giglio.

La protección inteligente no busca generar rutinas rígidas ni ansiedad, sino acompañar la vida diaria con decisiones informadas. “No se trata solo de evitar quemaduras: se trata de preservar la estructura, la luminosidad y la salud de la piel a largo plazo”, concluye.

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Belén Sanagua

Belén Sanagua Es periodista, locutora y estudió la Licenciatura en Comunicación Audiovisual. Se desempeña como subeditora de la web editando moda y beauty aunque, además, escribe para otras secciones.


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